Pues últimamente voy en plan Dr. Jekyll y Mr. Hyde, que soy incapaz de mantener mis buenos hábitos y aunque sigo comiendo mayoritariamente de manera equilibrada (aunque a mi edad y por mi estilo de vida eso no sea suficiente para perder peso), de vez en cuando se me cruzan los cables y me dejo arrastrar por pulsiones innecesarias. Un buen ejemplo es el menú de ayer y el de hoy.
Creo que ayer me porté medianamente bien. En la comida:
Sofreí una cebolla grande, añadí dos zanahorias grandes, pollo, tomate seco, un poco de cúrcuma, un poco de sal y una cerveza. Eso con un poquito de pan, aunque no me terminé el pollo (últimamente la carne en general, el pollo en particular me da un poco de asco).De postre, un yogur de plátano.
Y en la cena:
Un tomate aliñado con un poco de sal, aceite y cilantro fresco (mmmmmmmm, me encanta el cilantro, ya lo he dicho muchas veces), una loncha de queso gouda y dos lonchitas de salchichón. De postre una ensalada de fruta con una mandarina, un plátano y cinco ciruelas secas.
A mí me parece un buen menú para un día bastante activo.
Sin embargo llega el día de hoy y mi Mr. Hyde se rebela y hace esto:
Una pizza individual 4 quesos y 6 avellanas cubiertas de chocolate!!!! aahhhhhh, pero bueno, nos hemos vuelto locos o qué?? y encima ahora debería estar yéndome a Pilates, pero tengo la pizza en la garganta así que no voy....
Buff, en fin, un fiasco...sin embargo y a pesar de todo esto, hoy quiero hablar de algo que me parece muy importante: el tener lucidez, el no obsesionarse con la comida (tanto si falta como si sobra), el no dejar que sea la comida la que marque nuestros ritmos, en vivir el tema de la nutrición con lucidez y sin perder el norte...
Quiero dedicar esta última parte del post a las personas que sufren o han sufrido alguna enfermedad alimenticia. Primero enviarles toda mi comprensión y mi cariño. Dejé el otro día cierto comentario para que hubiera una reacción determinada, que no sé si conseguí provocar. A ver, yo no he padecido anorexia aunque durante una época estuve muy cerca de caer en ello. De eso hace unos 15 años cuando tenía 25.

En esta foto estoy en Teruel con unos 27 años y con unos 5 kilos recuperados de mi punto más bajo, bueno llegué a pesar 56 (y como medía 1,68, ahora ya me he encogido, estas cosas pasan chicas) cuando siempre fui una chica fuerte, pues era bastante. En fin, que se me veían las costillas, los homoplatos, las clavículas y lo más terrible cuando me miraba en el espejo me seguía viendo gorda. Rocé esa patología de pensar que estar gorda era una gran desgracia. Y esa es la reflexión que querría hacer a todas las personas con trastornos alimenticios. Si a mí alguien ahora, que peso casi 90 me llama gorda, no me sentiré ofendida ni hundida ni asqueada. Ser gorda para mí no es una ofensa ni un insulto, es una apreciación de la realidad: sobrepeso. Una característica más de mi físico, como puede ser mi pelo moreno, mis ojos verdes, mi culo respingón, mi piel blanca.
Me pregunto qué ocurre dentro de la mente de las personas enfermas para que una simple característica física (y en su caso, imaginada, no real) pueda desmontar como una torre de cartas todo su mundo.
Yo invito a las personas enfermas que cuando tengan ese sentimiento destructivo y despreciativo hacia el sobrepeso se pongan en la piel de una persona obesa. Estoy segura que no la rechazarían por eso, que no la cosificarían en un simple exceso de grasa. Entonces, ¿por qué hacerlo con ellas mismas? ¿dónde está el amor hacia vosotras mismas? una tiene que amarse, mucho, somos una bendición porque estamos vivas, seamos altas, bajas, gordas, delgadas, blancas, negras, jóvenes, viejas, guapas, feas, listas, tontas...seamos cómo seamos tenemos que amarnos. Y eso se consigue especialmente siendo impermeable a los juicios gratuitos de otros y a los nuestros propios.
Claro que yo quisiera volver a comprarme un pantalón de la talla 40 (lo de la talla 34 me parece muy enfermizo y antiestético, claro que sólo es mi opinión), claro que me emociono cuando veo esta foto (aunque el pelo podría habérmelo escalado un poquito, he, he), pero no amo más a esa chica que a la mujer de ahora con su grasa, sus arrugas, su celulitis...
La comida sólo es comida, nosotras somos mucho más, y por supuesto mucho más de lo que el espejo nos refleja o vemos distorsionadamente.
Bueno, chic@s, perdonadme el momento-nostalgia. Hacía siglos que no miraba estas fotos (de carrete y reveladas en papel, por cierto), pues sí que tendré que ponerme las pilas otra vez, al menos bajar a los 80 kgr. pero ¿sabéis? pienso hacerlo con calma, con alegría y con amor, que como ya dijo alguien en los huesitos ya llegaremos a estar tod@s en la tumba, tranquil@s, que falte mucho para esto. Un abrazo!