Son las 15h. He desayunado a las 7h. un café con leche y una rebanada de pan con una ligera capa de mermelada de ciruela. A las 11.30h. he merendado una manzana pequeña. Tengo una ración de lentejas que me sobró ayer, aunque no me apetecen mucho. Antes de llegar a casa debería pasar por el supermercado a comprar leche y lechuga. En lugar de ir a un conocido establecimiento valenciano, voy a otro conocido supermercado alemán, especialmente conocido por sus chocolates. Adoro el chocolate. Sé que tengo que resistir.
Compro la leche semidesnatada, la lechuga, unos pepinos, un boniato que se me antoja para mañana (aunque no sea muy ligero, lo sé, pero es que hace 1 año que no he comido) y, ay, Dios mio, ay, Dios mío, que no me puedo resistir y compro la tableta de 100 gramos de chocolate.
Llego a casa. Ya son las 15.30h. Tengo hambre. Dejo las lentejas y me preparo un pepino con un poco de fiambre de pavo. Sólo para poder comer después un poco de chocolate. Ay, Dios mío, ay, Dios mío, no como un poco de chocolate, me como los 100 gramos!! Unas 500 calorías.
¿Por qué? Tengo hambre, es cierto, pero no es el hambre el que me impulsa a comer el chocolate. Podría haberme zampado la lechuga entera, en todo caso.
No es el simple deseo de volver a probar el sabor que me encanta. En ese caso, con un poco me hubiera bastado. Inconscientemente cambié las lentejas por el pepino porque sabía que me terminaría todo el chocolate. De hecho, quería terminármelo. ¿Por qué? ¿para no tener más mañana? ¿para hacerme daño? ¿para coger fuerza?. No lo sé, todavía no lo sé, pero lo cierto es que resulta muy difícil resistir.
Este impulso lo he tenido varias veces durante estos meses. ¿Qué me ha llevado a caer ahora y no entonces? Me temo que única y exclusivamente, la soledad. Entonces no estaba físicamente sola, ahora sí. No sólo es que no haya nadie ante quien "rendir cuentas", es que tal vez es mi manera de atacarme por estar en una situación que no me hace feliz. O, simplemente, que estoy esperando la regla y mi cuerpo me pide dulce. ¿Vosotr@s qué pensáis? ¿qué hacéis ante una situación así? ¿algún truco práctico?
Algo que aparentemente no viene al caso, pero se me acaba de venir a la mente: soy una persona un poco desordenada, sobretodo para la ropa y los papeles (es decir, con lo que me define). Pero siento la necesidad y el placer por ordenar las cosas de vez en cuando, sólo de vez en cuando. Y para eso, antes tienen que estar muy desordenadas. ¿le veis el parecido?
No me sirve adelgazar 30 kgr si ese sustrato puntualmente compulsivo está ahí. La comida debe ser algo armónico y natural, debería obedecer al hambre física no al apetito mental o emocional. Me parece normal que de vez en cuando nos apetezca saltar la norma. Y creo que hay que hacerlo en esos casos porque son elecciones conscientes y meditadas. Lo que no es lógico es comer sin hambre, comer sin razón, comer por comer. No sé si os pasa lo mismo, pero si es así os invito a reflexionarlo. Bienvenida sea la porción de tarta de chocolate comida conscientemente y sin remordimientos, sabiendo que algo se va a hacer para compensar esas calorías de más, algo sano y equilibrado como más ejercicio o una cena más ligera. Pero deberíamos ser fuertes y decir No! a ese chocolate adictivo, tomado inconscientemente, usado como arma que nos produce culpabilidad desde el primer bocado, que nos hace perder el control.
Si alguien tiene la solución que la comparta; yo mientras, voy trabajando en ello.
Pd. De nuevo blogger me deja sin poder contestar a vuestros comentarios de ayer. Gracias por los ánimos.